En 1955, el Club San José –institución creada en 1894- organiza un concurso para el edificio de su sede. En la instancia final, cuyas actas se han conservado en poder del Club, participan tres firmas de arquitectos, José Mauvezin Lanza y Santiago Oliver, Luis García Pardo y Adolfo Sommer Smith e Ildefonso Aroztegui, que se presenta con Daniel Bonti como colaborador.
El jurado, conformado por el presidente del Club, Raúl Chapper Laborde, el arquitecto Rafael Lorente y el ingeniero Carlos Borotra, descarta los proyectos de las duplas García Pardo–Sommer Smith y Mauzevin-Oliver por motivos de índole técnica y funcional. El primero de ellos utiliza fachadas totalmente vidriadas en las caras Norte y Oeste y es criticado por las implicancias presupuestales de las pérdidas térmicas (aun cuando se proponía el uso de vidrios especiales) y por la exposición de actividades que requerían cierta intimidad. El proyecto de Mauvezin y Oliver se descarta por la separación total del salón de fiestas respecto a la confitería y los billares, la solución del bar y de la zona íntima, la ubicación de la sala de lectura y el tratamiento de las fachadas. El proyecto de Aroztegui, en cambio, es elogiado por la acertada conexión entre los ambientes y por dar una respuesta donde “existe claridad, orden y proporción”.
El club se ubica sobre la plaza principal de San José, lugar histórico que concentra el poder político y religioso e importantes edificios culturales como el Teatro Macció. También el Club San José, por su escala, sus características espaciales y su calidad material, forma parte de un ambicioso proyecto social y cultural. Cabe observar el contenido y el tono de la nota publicada en el diario El Día unas semanas antes de su inauguración: Muchos podrán preguntarse el por qué de esta obra, la cual, como veremos, ha costado tanto. La explicación la encontramos en la inquietud de esas personan directivas del San José, que compenetradas de la necesidad de brindarle a su ciudad un club social de acuerdo a los progresos edilicios que se vienen anotando, se abocaron de lleno a la tarea, sin reparar en lo enorme del trabajo, pensando que con eso estaban aportando en forma importantísima al vivir social maragato y a la intensificación cultural que se está esbozando en el ambiente local en los últimos tiempos.
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